Opinión| Noches de verdiblanco satén

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Aún a riesgo de desvelar las canas que peino, corría el año 1991 cuando un recopilatorio de baladas llamado “Noches de blanco satén” hacía furor en las listas de ventas. Clásicos para recordar noches memorables a ritmo de Kim Carnes, Scorpions, Whitesnake, The Animals, Joe Cocker o Spandau Ballet.

¿Y qué tiene que ver todo esto con el Betis? Pues tras el dulce sabor de la victoria en un marco incomparable con el Olímpico de Roma, uno empieza a recordar las grandes noches europeas del Betis y se da cuenta de que si el Betis ha tenido un lunar en su historia, es precisamente el número reducido de gestas por tierras europeas. Algo que, como tantas otras cosas, parece que progresa adecuadamente con un Ingeniero dando lecciones.

Cuando era pequeño, las competiciones europeas eran, prácticamente, terreno vedado para el Betis. Un par de clasificaciones para la Copa de Ferias y para la Recopa y, ya en aquellos años, un par de pasos efímeros por la Copa de la UEFA. Por aquel entonces, la única gesta europea fue la eliminatoria contra el AC Milan en la Recopa 77-78 con victoria 2-0 en Villamarín y con una derrota virtual en el partido de vuelta en tierras lombardas por idéntico resultado, hasta que López (otra vez López) anotaba el gol que eliminaba al todopoderoso equipo rossonero. Tras aquella eliminatoria, el entrenador milanista Nils Liedholm acuñó aquella frase lapidaria de que habían caído ante el mejor centro del campo de Europa (sic) formado por Alabanda, Cardeñosa y el propio López.

Y habría que esperar a la temporada 95-96 en la UEFA para que el Betis diera el do de pecho con victorias recordadas en el infierno turco del Fenerbahçe 1-2 con goles de Pier y Sabas, y la lustrosa victoria 1-3 en campo del Kaiserslautern de los veteranos Brehme, Wagner o Kuka con el mítico gol de Alfonsito. Aquel camino acabó en la siguiente eliminatoria contra el Girondins, con el no menos mítico gol de un tal Zidane desde el centro del campo bajo la lluvia sevillana.

Los siguientes pasos por Europa fueron sintomáticos de la patología que sufríamos: pasar alguna eliminatoria fácil y caer ante el primer equipo de cierta entidad que se cruzara en nuestro camino. Eso pasó en la Recopa 97-98, UEFA 98-99 y 02-03 o Europa League 13-14.

Y nos plantamos en la Champions 05-06 donde nos enfrentamos a Liverpool y Chelsea de Mourinho, al que vencemos en Villamarín con gol de Dani. Otra noche para recordar, como la victoria en San Siro 1-2 en la Europa League 18-19 con la magia de Gio Lo Celso.

La temporada pasada fue la primera en Europa con el Ingeniero, con partidos recordados como la borrachera de goles contra nuestros hermanos del Celtic, pero cayendo con el Eintracht de Frankfurt, a la postre campeón.

¿Y la noche de Roma? La victoria contra el
equipo de Mourinho, con el gol de Luiz Henrique que pasará al imaginario bético, debe ser norma y no excepción. El Ingeniero nos ha metido en la cabeza el “¿por qué no?” y el Betis, por primera vez, se ve con calidad y posibilidades de ganar una competición europea. Sin mirar con inferioridad a los clásicos europeos. Sin pensar que pasar algunas eliminatorias ya es cumplir con el expediente o desterrar aquella idea, de algún entrenador que pasó por aquí, de que la competición europea distraía y molestaba. No será fácil, obviamente, pero el año pasado nos empeñamos en ganar le Copa del Rey desde septiembre y ahí luce la tercera.

Saquemos pecho, señores, que las trece barras pasean por Europa y vienen a quedarse.

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