A menudo somos conscientes de la infinita contradicción entre los magos y las personas no mágicas o “muggles” acerca de si la magia debe considerarse o no una ciencia más como otra cualquiera, situando el motivo de la cuestión en su refutabilidad. Sin embargo, hay un mago en el Real Betis capaz de resolvernos el problema.
Un hecho es refutable cuando puede ser demostrado con números o a través de la experiencia y eso es justamente lo que Isco Alarcón, el 22 del conjunto verdiblanco, está logrando en su reencuentro con la máxima competición. Las sensaciones del malagueño son indiscutibles porque son perceptibles a través de los sentidos, pero en este artículo hablaremos de datos.
Y es que, sus estadísticas son iguales o más sorprendentes que lo que nos deja ver sin recurrir a ellas, ya que Isco lidera casi todas las facetas de la creación de juego de nuestra Liga EA Sports. En primer lugar, el de Arroyo de la Miel lidera las acciones de alto impacto, es decir, es la batuta en las situaciones importantes dentro del terreno de juego.
Además, no existe ningún jugador de La Liga que realice más conducciones y una mayor cantidad de pases en la zona de ataque, lo que simboliza la conexión casi permanente de Isco con el esférico, su fiel acompañante en sus trucos de magia. Sus conducciones no son en vano, ya que también lidera la distancia ganada con ellas, dejando atrás a rivales en su habitual ayuda en transiciones defensa ataque.
Su sociedad con los nuevos compañeros ha sido casi inminente, destacando su gran entendimiento en el campo sobre todo con Ayoze, lo que se traduce en ser el líder también de un recurso muy utilizado en el fútbol de toque, las paredes. Todo este despliegue de recursos dignos de genio no suele contrarrestarse fácilmente por el resto de los mortales, lo que le sitúa como el jugador que más faltas ha recibido hasta la fecha en la competición.
Isco ha acaparado de nuevo la admiración de los amantes del buen fútbol recuperando la dinámica que le convirtiese en un jugador estratosférico y volviendo a sonreír después de un camino de infortunios. Ha vuelto para quedarse y para demostrarle al mundo que las botas de un mago, como las varitas que se guardan en un cajón olvidado, nunca acaban perdiendo la magia.