En los conflictos bélicos más importantes, la estrategia opacaba el groso de la planificación, mientras que la genialidad o la sorpresa era ínfima dentro de las mismas. En esa estrategia, los ejércitos se desplegaban con un orden estructurado y conciso, dejando en primera línea a los llamados soldados de infantería. Estos son los componentes mas leales, los que defienden a los suyos por encima de condiciones ni méritos, sin medallas ni diplomas.
Como cada miércoles traemos una nueva edición de la categoría ‘Qué fue de’, en la que repasamos la historia de jugadores emblemáticos que escribieron alguno de sus versos deportivos en la disciplina del Real Betis Balompié. El protagonista de hoy es uno de esos soldados de infantería que supo poner al club verdiblanco por encima de todo y defender sus trece barras de manera inmaculada.
Representando la imagen del canterano, llega al Betis procedente del Atlético Zabal, conjunto de La Línea de su ciudad natal, Cádiz. Un niño que llegaba al equipo al que juraría amor eterno durante 12 temporadas, convirtiéndose en uno de los futbolistas más reseñables y queridos para el aficionado bético. Merino triunfa rápidamente con el juvenil del Betis, con quien consigue la Copa frente al FC Barcelona en el año 1990 y posteriormente, debuta con el primer equipo verdiblanco en un amistoso en el Benito Villamarín ante el Stuttgart el 24 de mayo de 1991.
No obstante, su debut en partido oficial con el Real Betis tuvo que esperar hasta el 6 de febrero de ese mismo año, en los cuartos de final de Copa frente al Logroñes en Las Gaunas, encuentro que se resolvía con empate a cero y el conjunto verdiblanco acabaría siendo apeado de la competición en el partido de vuelta. Además, esa misma temporada se atestigua su primera aparición en LaLiga en el Camp Nou ante el FC Barcelona, el 10 de febrero de la mano de José Luis Romero. Una temporada en la que el gaditano se asienta en los planes del primer equipo y donde anotaría su primer gol con la camiseta del Real Betis ya a las órdenes de otro histórico, Jose Ramón Esnaola en el ya demolido Estadio de Sarrià frente al RCD Espanyol. Una temporada gris donde el equipo descendió a Segunda División como último clasificado.
En su siguiente temporada, la primera en Segunda División, el Real Betis consigue hacerse con la cuarta plaza bajo las órdenes de Felipe Mesones, pero acabaría perdiendo la final de promoción de ascenso de ida y vuelta ante el RC Deportivo. No fue la mejor temporada en lo personal para un Juan Merino que no encontró la regularidad ya que solo pudo disputar ocho partidos. En la 92-93, Juan Merino se hace con la titularidad en el eje de la zaga del Real Betis y el equipo acaba quinto en la tabla clasificatoria, quedándose fuera de la promoción de ascenso. En la 93-94, el conjunto verdiblanco conseguiría el ascenso directo a la Primera División, al quedar segundo en una temporada que supuso la llegada de Serra Ferrer al banquillo heliopolitano.
La vuelta del Real Betis a Primera División es excelente y con la confirmación de Serra Ferrer termina la temporada en tercera posición, hito aún más meritorio si recordamos que se trataba de un equipo recién ascendido. Un conjunto donde se asienta Juan Merino en una defensa de cinco acompañado de Vidakovic y Ureña que termina la temporada con una victoria asombrosa en el Santiago Bernabéu por cero goles a dos con doblete de Aquino. Esto otorgaba el derecho al Real Betis de competir en la 95-96 en la Copa de la UEFA, donde quedaría apeado en Octavos de Final por el Girondins de Burdeos. En Liga, el conjunto sevillano bajaría el nivel de la temporada anterior quedando octavo, donde Juan Merino disputaba 37 partidos anotando un gol frente al Rayo Vallecano.
La 96-97 sería otra temporada para la historia bética, donde de nuevo conseguiría el conjunto hispalense la tercera posición y, además, llegaría a jugar la final de la Copa del Rey frente al FC Barcelona. Esa final donde el beticismo recordará a un equipo que compitió a un nivel excelso e incluso mereció hacerse con el título en un partido que se decidía en la prórroga. 36 partidos disputados por Merino y un gol en Copa del Rey frente al Tenerife en la vuelta de Octavos de Final que ayudó en el camino hacia la recordada final. Esto le permitió jugar la Recopa de Europa, donde cayó eliminado en Cuartos de Final ante el Chelsea.
Tras varias temporadas en Primera División y un paso de nuevo por segunda categoría, sale del Real Betis en la 02-03 rumbo al Recreativo de Huelva, donde competiría en la máxima categoría con el conjunto onubense y alcanzaría de nuevo una nueva final copera bajo las órdenes de Antonio Iriondo, esta vez ante el RCD Mallorca, de nuevo con un desenlace negativo, cayendo por tres goles a cero. Aún así, el decano del fútbol español no puede evitar su descenso a Segunda División. Tres temporadas en el Recre, donde intercambia cursos en Primera y Segunda División y donde en su última temporada disputaría la cuarta ronda de Copa del Rey frente al equipo de sus amores, el Real Betis.
Anuncia su retirada al final de esa misma campaña tras 17 temporadas en el mundo del fútbol y 12 de ellas defendiendo los colores del Real Betis Balompié de una forma incuestionable y ganándose en el campo el cariño y el respeto de la afición verdiblanca. Merino es ese defensa que nunca renunció al esfuerzo y la entrega dentro del campo. En el 2007 comienza su nuevo proyecto como director deportivo en el Real Betis, donde se mantiene dos temporadas hasta que comienza su carrera en los banquillos. En 2009, Merino se estrena como segundo entrenador del Real Betis de la mano de Antonio Tapia en una primera etapa y de Víctor Fernández en una segunda.
En 2010, se marcha una temporada al banquillo del Recreativo de Huelva, donde su estancia como segundo entrenador se divide también en dos ciclos, uno con Juan Carlos Ríos y otro con Pablo Alfaro. Es en la siguiente temporada donde se hace cargo de un equipo con el sello de primer entrenador, en su tierra natal para sentarse en los banquillos del Xerez CD. Tras esta etapa, vuelve al Betis como entrenador interino, donde está durante tres años, con resultados muy positivos. Tras la destitución de Julio Velázquez, se pone al mando del equipo provisionalmente y consigue un pleno de cuatro victorias en cuatro partidos antes de anunciarse la contratación de Pepe Mel y volver al filial. Tras el cese de Mel, volvió al banquillo del primer equipo hasta el final de temporada, consiguiendo holgadamente la salvación y dejando al equipo en décima posición, guardando los béticos un grato recuerdo de su paso por el banquillo.
Tras su paso por el Real Betis, recala en el Gimnástic de Tarragona, para reemplazar a Vicente Moreno. Tras cerrar su etapa en Cataluña, vuelve al sur para entrenar al Córdoba y al UCAM Murcia, relevando a otro histórico como Pedro Munitis, antes de volver a enrolarse en el Real Betis como scout en la dirección deportiva del club sevillano, puesto que sigue ocupando en la actualidad.
Merino es un sinónimo de profesionalidad y buen hacer en su trabajo, lealtad por el club que le vio crecer como futbolista y humildad por bandera en sus discursos como entrenador. Es ese futbolista capaz de imprimir carácter en un vestuario y ejercer de líder dentro del mismo. Merino será recordado por siempre por todos los béticos con agradecimiento porque se dejó el alma siempre por el Real Betis.