Qué fue de… Gabino

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Este miércoles, traemos en Informa Betis una nueva entrega de “Qué fue de…”. Se trata de una sección en la que escogemos a uno de los muchos jugadores que militaron en el Real Betis y analizamos su antes, durante y su después de defender las 13 barras. Esta semana, hablaremos de un jugador muy especial con quien yo personalmente tuve la suerte de charlar durante unas horas. Una conversación que por mi parte podría durar días, plagada de experiencias, consejos y todo tipo de ayudas. Va a ser difícilmente olvidable ese ratito que pude disfrutar con Gabino Rodríguez.

Conocido como El Letanías, pero cuyas raíces parten de un pueblo de la Sierra de Aracena y Picos de Aroche como lo es Santa Olalla del Cala, Gabino nació en 1964. Tenía unas cualidades innatas para triunfar. De hecho, hace unos meses reconoció en Relevo que estuvo cerca de fichar por el FC Barcelona de Johan Cruyff, pero como él mismo dice “por mi carácter, por mi forma de ser, por mi perfil como persona, inmaduro, no tuve la oportunidad de verme ahí”. Ahora, con el alma calmada y muchas de esas heridas cicatrizadas, Gabino es una persona totalmente renovada. Pero empecemos por el principio.

Gabino llegó a la cantera del Real Betis a comienzos de la década de los ’80. No destacaba por su físico, si bien es cierto que es recordado por muchos como el mejor canterano de aquellas generaciones. Su debut con el primer equipo llegó en 1983, en Copa del Rey y en el Santiago Bernabéu ante el Castilla. Tras un año de exitosa cesión (y servicio militar obligatorio) en el Logroñés, Gabino regresó en junio de 1985 al Real Betis para quedarse en el primer equipo. Un conjunto verdiblanco plagado de jugadores destacados. A las órdenes de don Luis del Sol estaban jugadores como Gabi Calderón, Poli Rincón, Ito, Cardeñosa o Parra. También en esta temporada debutó con la Selección Sub21, con quienes alzó el Europeo de dicha categoría.

Gabino disputaría tres campañas en el Real Betis en una primera etapa. Su rendimiento se vio influenciado por un carácter impulsivo. El propio Gabriel Calderón lo decía: Ojalá tuviera en su cabeza el mismo fútbol que le sale por los pies. Combinó momentos de un fútbol pocas veces antes visto en el actual Villamarín con etapas más oscuras en las que sus emociones se impusieron al Gabino que deslumbraba sobre el césped. Los números fueron de más a menos. A estos problemas de rendimiento y temperamento, hay que sumarle críticas que, según él, no le dejaban vivir. En 1988, Gabino se marchó del Betis. Estuvo muy cerca de recalar en el Sevilla pudiendo ser el jugador mejor pagado. Pero una charla aquel verano con Javier Clemente le convenció para fichar por el Espanyol. Un entrenador que según él le marcó notablemente, capaz de domar su carácter impulsivo.

Gabino defendería la camiseta de los periquitos durante tres temporadas. Al igual que en el Real Betis, El Letanías desplegó un fútbol prodigioso que con el paso del tiempo se fue diluyendo hasta firmar una gris y última campaña. El 17 de julio de 1991 regresaría al Real Betis, a sus 27 años. Una vuelta a casa que el periodista Francisco Correal asemejaría a la parábola del hijo pródigo. El cuadro verdiblanco afrontaba por aquel entonces el reto de regresar a Primera, en un contexto económico muy difícil para el club. Y Gabino tenía la oportunidad de ser uno de los líderes experimentados, en medio de una camada de canteranos como Merino, Cañas, Ángel Cuéllar o Luis Márquez que comenzaban a asomarse al primer equipo.

Un más experimentado Gabino disputó dos temporadas en esta segunda estancia como bético entre 1991 y 1993. Se vio un Gabino con más liderazgo, entregado a la causa verdiblanca hasta el fin y con unas ganas tremendas de regresar a su ciudad. Pero ni la situación económica ni la deportiva del equipo acompañaban. El Betis no lograría el ascenso en aquellas campañas. Y Gabino acabaría marchándose al Xerez, donde disputaría cuatro campañas en la extinta Segunda B. Recuerda que se le cayeron “dos lagrimones como dos soles” tras mirar por última vez al Benito Villamarín. Atrás quedaban un total de 31 goles en 193 partidos oficiales. Después de un breve y último paso por el Ceutí Atlético, Gabino colgaría las botas en 1997.

Después de su etapa como futbolista, comenzó su carrera en los banquillos. Probó fortuna en Ceuta y en el Quintanar del Rey conquense, además de ser segundo de Iñaki Sáez en la Sub21. Pero quizás su paso más recordado fue por la cantera del Real Betis de sus amores. En aquel cadete coincidiría con jugadores como Fabián o Ceballos. Pero una polémica de aquella directiva le privó del sueño de continuar en su casa, pese a los buenos resultados. Tras una infructuosa experiencia empresarial, Gabino posee ahora un pequeño comercio en el pueblo sevillano de El Ronquillo. También participa como comentarista en Radio Marca. Quizás es en esta etapa de su vida, en la que más alejado se encuentra del foco mediático, cuando más en calma está su alma.

“Me quise comer el mundo en dos días, y el mundo me comió en un día y medio”, sentenció Gabino en una entrevista en 2008 a El País. Uno de esos pocos jugadores que de vez en cuando saca Sevilla a la luz y enamora a su público. Descarado, atrevido y rebelde, tanto sobre el césped como fuera de los terrenos de juego. Su virtud y a la vez su condena en la élite. Fue un jugador único e irrepetible. Ahora, con un tiempo que todo lo cura, es un auténtico gozo sentarse un rato a charlar con Gabino sobre la vida. Eso sí, a cambio te va a tocar pagarle el café.

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