Este que suscribe no es persona de enfadarse demasiado con el fútbol, así de claro lo digo. Me duele el Betis y por eso me embarqué en esta lucha desigual contra lo que considero mala prensa deportiva, pero por norma general, enfadarme, lo que se dice enfadarme, me enfado poco. Cuando el Betis pierde, más que sentimiento de enfado, lo que me embarga es un sentimiento de tristeza. Supongo que por eso es raro que haga grandes críticas desmesuradas tras un mal partido como, por ejemplo, el del Cádiz. Sin embargo, hay cosas que, ocasionalmente, me enfadan mucho, y aunque no soy persona rencorosa, el enfado y el coraje toman el control… Mis tuits sobre Mateu La Hoz después del partido están escritos por esa parte de mí que se deja llevar por las pasiones. Me enfadé porque estaba seguro de que Canales no era jugador de decir barbaridades. Me enfadé porque con Mateu llueve sobre mojado y estoy harto ya de su sesgada manera de dirigir los partidos del Real Betis. Me enfadé porque entre una tarjeta y otra pasan 9 segundos y no es que dé mucho tiempo a reincidir en las observaciones malditas que tanto molestaron al trencilla. Me enfadé porque Sergio Canales no hace aspavientos, no se acerca e invade el espacio corporal de Mateu, no le reta, no se pone a centímetros de su cara, no se enfrenta a él, no le solivianta la grada, no le falta al respeto… Y me enfadé porque me molestó que hubiera tanta gente en redes sociales que se pusiera instintivamente a favor del árbitro. A mis 48 años tengo muy claro que la repetición de mantras de la prensa termina calando en el pueblo. Es de primero de “goebbelismo”. Por eso la prensa es el cuarto poder. Por eso los multimillonarios compran conglomerados de prensa, porque quien controla el discurso, controla a la masa… Esto, llevado a menor escala es lo que lleva pasando años en el beticismo. Nos han comido el coco para que pensemos que protestar por el arbitraje es de equipo pequeño (aunque las grandes polémicas sean siempre con temas de Madrid y Barcelona), nos han dicho que hay que olvidarse de protestar por las injusticias porque eso implica falta de autocrítica, como si criticar a los árbitros y hacer examen de conciencia fueran cosas incompatibles… En definitiva, nos han creado un complejo absurdo para defender lo nuestro, hasta el punto que, cuando nos atizan, en lugar de quejarnos por el golpe, defendemos al que nos ha golpeado y culpamos al que ha provocado el golpe. Con el paso de las horas sigo surfeando la ola del mosqueo porque salen primero las declaraciones del club pidiendo imágenes televisivas (unas imágenes que, por cierto, no salieron en directo. Es decir, hay 20 cámaras en un campo de fútbol, pero ninguna estaba, casualmente, captando la conversación de Canales y Mateu… como tampoco había ninguna cámara haciendo una toma decente del presunto penalti a favor del Betis por manos en área cadista). Y aún más cabreado cuando sales las declaraciones del jugador bético y observo que ningún periodista de los que corrieron gozosos a aprovechar el momento para atizarle (es un “querubín con un lado oscuro que debe domeñar”, según el impresentable de Lucas Haurie, o es un jugador que se había borrado del partido contra el Atleti según el cuquiperiodista Andrés Ocaña) da un paso atrás, reconoce su error y se posiciona de parte del Betis en este caso, en el que se expulsa a un jugador con una trayectoria impoluta de 512 partidos sin ser expulsado. “Se borra”, dice uno. “Lado oscuro”, dice el otro… No digo todo lo que pienso porque no quiero que Informa Betis se enfade conmigo y me cierre la columna. Y todo esto, en un contexto en el que se desprecian las quejas de los béticos ante la dirección de Medina Cantalejo (sevillista confeso y antibético en la intimidad no tan íntima, vamos, que es vox pópuli) del comité de árbitros, con arbitrajes desquiciantes desde que entró en el poder, con la obra maestra de nombrar al mediocre Hernández Hernández para la final de Copa, como una ayudita extra para el Valencia (expulsión perdonada y penalti no pitado mediante), cuyo mérito para ser nombrado había sido que casi expulsa al Betis de la Copa otorgando dos goles ilegales a un equipo de nivel inferior para llevar el partido a la prórroga…. Un contexto, decía, que recibe menosprecios ante las quejas de los béticos por Medina Cantalejo, pero que da pábulo a las quejas sevillistas porque que el presidente de la Federación le dijera a su padre en privado que el Sevilla le cae mal, da pie a pensar que los árbitros vayan contra el Sevilla (en este caso, la posición de Medina Cantalejo como presidente del comité de árbitros, se olvida interesadamente). El surrealismo hecho periodismo. Y para colmo, no puedo dejar de estar enfadado porque contra el Atleti de Madrid, Medina Cantalejo decidió poner a Gil Manzano, habitual perpetrador de robos al Betis, del que dicen por ahí que tiene familia en el Consejo del Sevilla y que su pareja es sevillista; y, por si fuera poco, lo acompañó en el VAR con Estrada Fernández, un árbitro que no duda en mirar para otro lado en lugar de la pantalla si de esa manera puede joder al Real Betis, como ya hizo el año pasado en Vallecas o este año en el Bernabéu, en el que se nos robaron dos penaltis. Con lo cual a nadie le sorprende del todo el robo en el descuento con un penalti clamoroso no pitado a favor del Real Betis por falta previa inexistente de William Carvalho, en lo que hubiera sido una decisión que, tras lanzamiento, nos diera el empate. ¿Dónde estaba Estrada? Viendo vídeos musicales en Youtube en lugar de estar mirando el partido, seguramente. Lo malo es que el hecho de saber que esto iba a pasar no merma el enfado, lo hace más grande. La sensación es que Medina Cantalejo diseñó la estrategia, Mateu Lahoz dio la preasistencia, Estrada Fernández la puso en bandeja, y Gil Manzano remató la faena pitando lo que su jefe quería. Es todo muy lamentable… y mosquea muchísimo. Con todo lo que está pasando, lo raro no es que esté enfadado yo… Lo raro es que no lo estén todos los béticos del universo. |