Un nombre que perdura más allá del tiempo y las generaciones. La estela de un regate que se recuerda incluso por gente que no lo ha vivido. Unos tambores de samba que de vez en cuando aún resuenan en los pasillos del Benito Villamarín. Para unos, una promesa fallida. Para otros, un jugador que rescatarían sin duda para el actual Betis. Sí, estamos hablando de Denílson.
Denílson de Oliveira Araujo nació Diadema (Brasil) hace 46 años. Sus primeras arrancadas y bicicletas comenzaron a florecer en las categorías inferiores de su Sao Paulo natal. Tras debutar con el primer equipo, también lo hizo con la Canarinha en 1997, alzando la Copa América y la Copa Confederaciones. Denílson comenzaría aquí a labrarse un nombre, despertando el interés de los grandes clubes europeos a las puertas de cumplir 20 años. Además, disputó todos los encuentros con Brasil durante el Mundial de Francia ’98. Juventus y sobre todo Barcelona estuvieron a punto de hacerse con sus servicios, pero una llamada de Lopera lo cambiaría todo.
El astro brasileño aterrizó en Heliópolis a cambio de 35 millones de dólares, más de 5.000 millones de pesetas de aquella época, convirtiéndose en el fichaje más caro realizado hasta el momento. Y hasta ahora, el más alto pagado por el Real Betis. Por supuesto, esta operación traería consigo las famosas y largas rondas de negociaciones de Lopera. La llegada de Denílson fue muy convulsa para todos. En primer lugar, porque su fichaje supuso un pulso entre Lopera y Luis Aragonés, entrenador verdiblanco por aquel entonces. El Sabio pensaba que su fichaje desestabilizaría el vestuario, y que si llegaba Denílson se marcharía él. Como solía suceder en aquellos entonces, el pulso lo ganó Don Manué, y Luis abandonó el Betis dos días después de aterrizar el extremo carioca.
La sonrisa tardó en aparecer en el rostro del brasileño. Se le encomendó echarse un equipo a las espaldas a un recién llegado a Europa de 21 años. Sumado a todo lo demás, el Betis acabaría descendiendo a Segunda en el año 2000. Denílson saldría de Heliópolis, volviendo a Brasil mediante una cesión al Flamengo. Pero los problemas económicos del club harían que Deni regresase al Betis. Ahí, bajo la tutela de Fernando Vázquez, Denílson comenzaría a despegar. Las bandas del Betis eran propiedad del brasileño y de un tal Joaquín Sánchez. En la 2001/02, juega su mejor campaña como verdiblanco, devolviendo al Betis a Europa, con Juande Ramos como entrenador. Esta brillante campaña, pese a no estar respaldada por cifras espectaculares (apenas tres goles), le bastó para como campeón del mundo con Brasil en el Mundial de Corea y Japón.
En las dos siguientes temporadas, Denílson jugaría 63 partidos más defendiendo las trece barras. Sería en la 2004/05 cuando, pese a su bajón debido a las lesiones, se consagraría como leyenda verdiblanca tras alzar la segunda Copa del Rey en el Vicente Calderón. Junto a los otros brasileños (Oliveira, Edu y Assunçao) formaría un grupo que aún se recuerda con cariño por quienes vivieron sus tardes de gloria. Pero esa maldita rodilla le seguía privando de disfrutar del fútbol. Hasta que, tras cumplir ocho de las once temporadas que firmó, abandonó el Real Betis en agosto de 2005. Atrás quedó un legado de 207 partidos y 15 goles, pero también un repertorio de filigranas y regates difícilmente repetible en la banda izquierda del Villamarín.
Su siguiente destino sería el Girondis de Burdeos, donde anotó tres goles y tres asistencias en 33 partidos durante la campaña 05/06. Pero a partir de entonces, su carrera comenzaría a acumular clubes de todo tipo de países. Desde Francia puso rumbo a Arabia para jugar una temporada en el Al Nassr (actual equipo de Cristiano Ronaldo). En agosto de 2007, Denílson pondría rumbo a EEUU para probar fortuna en la MLS de la mano de Dallas. Quizás con el romántico sueño de retirarse en casa, decidió volver a Brasil para jugar en Palmeiras y en Itumbiara, pero tras abandonar éste en 2009 emprendería otra exótica aventura, esta vez en el Hai Phong vietnamita, donde en su etapa tres semanas disputó 45 minutos y anotó un gol de falta. Tras seis meses en el Kavala griego, Denílson colgaría las botas en el 2010.
Esta fue la carrera de Denílson, uno de tantos jugadores que generan mil escenarios ficticios acerca de qué sería de ellos si le hubiesen respetado las lesiones. Un futbolista que, con sus luces y sus sombras, es recordado con mucho cariño tanto en la Selección Brasileña como en el Real Betis. Espectáculo asegurado, quizás pecando de malacostumbrar al aficionado del Benito Villamarín, pues talentos como el de Denílson difícilmente volverán a repetirse.