Lo admito, siempre he sido un entregado a las sensaciones. Es decir, que no me ha gustado hacer nunca una lectura resultadista de los partidos. Obviamente, el resultado importa. Lo que más importa, de hecho. Pero, por sí mismo, el resultado rara vez sirve para saber cómo se ha desarrollado un partido. En rigor, solo sirve para dilucidar lo más importante: Cómo se reparten los puntos.
A nivel analítico, lo cierto es que pocos resultados aportan algo a un análisis. Un 10-1, probablemente sí que sea bastante explicativo sobre la superioridad que un equipo tuvo sobre el otro en el césped. Pero lo normal es que no suceda así. Incluso un resultado a priori aburrido, un 0-0, que podría darse en un partido tedioso y sin acercamientos a portería, puede no ser justo con la realidad de lo vivido en el terreno de juego, pues ambos contendientes han podido jugar muy bien y, simplemente, no tener puntería de cara a puerta. Por todo esto, insisto, soy un fan total de las sensaciones que un partido despierta en un espectador.
Este largo introito viene a cuento porque me cuesta mucho aceptar o compartir algunas de las opiniones vertidas tras el partido contra el Levante. Es cierto que el equipo salió mal al campo y que dos errores más o menos groseros (en el primero veo también mucho acierto de los atacantes del Levante) pusieron el partido demasiado cuesta arriba. Pero no es menos cierto que el resto del encuentro vimos un Betis que se vino arriba, dominó casi por completo la situación, y acumuló méritos suficientes como para haberle dado la vuelta al partido. Es decir, las sensaciones fueron unas en los primeros 15-20 minutos, y otras muy distintas desde el 20 hasta el final.
Ya hace unos años, con Quique Setién, hubo mucho debate respecto a este asunto. El santanderino explicó que las sensaciones son importantes porque los resultados pueden darse de muchas maneras, y perder habiendo jugado mal, te deja sin nada a lo que agarrarte. Esta es más o mi filosofía al respecto. Siempre me ha preocupado más el juego del equipo que el resultado por la sencilla razón de que creo irrebatible que es más sencillo sacar buenos resultados y sumar puntos, si el equipo desarrolla un buen juego en el campo.
La prensa siempre ha tenido una deriva simplista, por lo que no es raro que en la mayoría de casos, realicen análisis con el resultado como único punto a valorar. Esta forma dicotómica de ver los partidos les permite hacer análisis maniqueos, que a la larga (y en realidad también a medio plazo) es lo que les permite jugar a la zozobra, a dividir a los béticos y a alarmar a todo aquel que se deje, en su mediocre búsqueda de clicks y anunciantes.
El Betis, por otro lado, bien haría en darle importancia a esos primeros quince minutos y sacar conclusiones que ayuden a evitar que vuelva a pasar. Seis de quince en cinco partidos «asumibles» (que no fáciles, aquí será raro que me veáis hablando de la debilidad de los rivales, no es mi estilo) es un pobre bagaje que obligará al equipo a hacer una machada en partidos más complicados apriorísticamente.
Queda mucho por hacer. Que nadie se baje del barco. A por ello.
Foto vía: Real Betis Balompié @RealBetis