Opinión| Un nuevo Betis…no tan nuevo

Siempre perezoso en eso de pensar, el mundo del fútbol suele poner etiquetas rápidamente a sus personajes y fijarlas para siempre jamás sin confrontarlas con los hechos. A Manuel Pellegrini se le etiquetó en España como entrenador preciosista de delicado trato al balón por su Villarreal de hace veinte años, pero tras ese tópico (con su parte de cierto, naturalmente) se esconde un técnico pragmático y exigente en lo físico, que cuida mucho a sus mediapuntas (los Riquelme, Isco o Silva) pero que jamás renuncia al doble pivote, y que prioriza en el centro del campo el buen desempeño defensivo a la salida fluida de balón, como demuestra su mejor Manchester City: el de Fernando y Fernandinho.

El aficionado bético también prefiere recordar el juego de seda del mágico arranque de 2022 a la realidad de un equipo que si durante cuatro temporadas ha mantenido una admirable regularidad de resultados ha sido gracias a su buen rendimiento defensivo y a una presión indesmayable; y que, sin embargo, casi nunca ha logrado estabilizar un juego fluido, y que ha padecido una salida de balón generalmente defectuosa.

La actual baja de sus dos mediapuntas titulares, Isco y Lo Celso, ha obligado a Pellegrini a dar una vuelta de tuerca más y apostar decididamente por un juego aún más físico. Muy a su estilo, siempre alérgico a las revoluciones tácticas, el chileno ha retocado apenas una pieza: un punta nato en lugar del habitual mediapunta, sin alterar su intocable 4-4-2 defensivo ni rozar un varal del resto del equipo. Pero ese cambio aparentemente mínimo ha tenido varias claras consecuencias en el juego, resultado de la mejora de las prestaciones físicas a cambio de un trato del balón menos sutil en la zona de creación. Es un Betis más decidido en la presión, que se atreve a emparejarse a su rival en un valiente uno contra uno por todo el campo –como sucedió anoche ante el Atlético de Simeone–; es un Betis que roba arriba y ataca rápido; es un Betis que puede mandar balones largos a los puntas para que peleen en igualdad numérica ante los centrales rivales; es un Betis que gana segundas jugadas. Es, en suma, un Betis vertical, de ritmo alto, a veces frenético, cuyo estilo de juego está más emparentado con el de un Athletic o un Getafe (desde una actitud incomparablemente más deportiva) que con el tópico fútbol preciosista atribuido a su entrenador.

La apuesta tiene, naturalmente, sus inconvenientes y riesgos. Cuando sale bien, como en los arranques ante Osasuna o el propio Atlético, el equipo atosiga y arrasa a su rival. Pero también expone a sus centrales a un arriesgado uno contra uno –imperiales en esos partidos Llorente y Bartra–, sufre un tremendo desgaste físico –insostenible jueves y domingo cuando tienes a solo dos mediocentros sanos– y deberá asumir cuotas más bajas de posesión de balón, pese a una repentina y sorprendente mejora de la salida de pelota desde atrás. Los prestigiosos triunfos ante Osasuna y Atlético han hecho olvidar las decepciones europeas; el tiempo y Pellegrini dirán si es este el camino a seguir.lo

Juan Ramón Lara

Raiola Networks

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