Opinión| Julio en la Arcadia Feliz

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A falta de unos días para que termine julio y, lo más importante, faltando el partido que el día 27 enfrentará a nuestro Real Betis Balompié contra el Olympique de Marsella, me gustaría dar una vuelta por la Arcadia Feliz en este mes, porque siempre será mejor y más divertido que pasear por el Mordor Cenizo.

El beticismo, sabio desde tiempos inmemoriales, opta por hacer suyas aquellas expresiones que se usan en su contra, o tratan de menospreciar a la afición, y las convierte en santo y seña. Sí, en la Arcadia Feliz se admite que el bético en verano es un ser que se ilusiona, que es optimista, que disfruta con sus fichajes y que los apoya y anima esperando lo mejor de ellos… que oiga, si posteriormente hay que criticarlos por su desempeño en el césped tengan a buen seguro que se criticará con mayor o menor saña, dependiendo de muchas cosas.

El caso es que mientras en Mordor se decía que no podríamos fichar a nadie ni presentarlo, el club empieza el mes tras haber firmado en junio y en propiedad al Tigre, Willian José, con una buena temporada a sus espaldas, compitiendo el puesto con el Panda, una huida hacia delante, según cierto opinador, que nos ha dejado un rédito muy interesante; acto seguido se anuncia el fichaje de Luiz Henrique, joven valor brasileiro que termina su competición apenas una semana antes y que deja una serie de jugadas, asistencias y goles que invitan al bético a imaginar una competencia real por Canales en la derecha del ataque verdiblanco, o un complemento para la línea de mediapuntas del Ingeniero. Además, se anuncia el fichaje de uno de esos jugadores cotizados que, según la siempre bien informada prensa sevillana, había elegido al Sevilla. El jugador brasileño con pasaporte italiano, Luiz Felipe, hizo su debut con la ‘Azzurra’ semanas antes de venir a Sevilla.

Algo falla en los predicados del Mordor Cenizo. Sí, en el club nadie niega esa necesidad de vender, pero se habla de planes B, de alternativas, de en ningún caso malvender, de apostar por mantener a la trilogía del éxito: Guido, Canales y Nabil Fekir. El discurso de los cenizos no cambia, el Betis, según ellos está peor que los demás, de nada sirve que durante semanas sea el único equipo que ha hecho tres incorporaciones y haya invertido entre 15 y 20 millones.

Se estrenan las equipaciones, al menos la primera, con calzonas negras, y la segunda, con dos tonos de azul en la camiseta y calzonas blancas. Ambas preciosas, pero resultando la primera una ruptura con el clasicismo y la tradición, que marca que deben ser calzonas blancas. Personalmente, opino que lo importante de los símbolos es lo que simbolizan y no su inmovilidad a lo largo del tiempo, por lo que doy mi visto bueno a ambas. Y estoy deseando ver la tercera.

También se mueven cosas en las secciones. El Betis multidisciplinar no para. Nuevos jugadores, entrenadores y directores deportivos llegan para intentar no sufrir tanto como este año. La ilusión, ese oro que al bético le sobra, crece. Porque este es periodo de creer y de soñar. Y que la realidad nos ponga en nuestro sitio, sea cual sea.

La Copa del Rey recién ganada, la de todos los béticos, sigue viajando conociendo nuevos pueblos de nuestra orografía  La televisión del club nos lleva a esos lugares para repetir el mismo panorama: generaciones de béticos reunidos alrededor de la Copa, compartiendo vivencias, no teniendo vergüenza de mostrar sus lágrimas de felicidad. El beticismo respira feliz, y tiene el alma henchida, orgullosa de su equipo y de su club.

Pero siempre hay motivos para ver problema irresolubles, por ejemplo,  no sale nadie. O el jugador no quiere salir o no llegan ofertas que al club le gusten, y ya se anunció: aquí el precio lo pone el Betis, no el comprador, y si no se llega a lo que se pide, el jugador se queda, sobre todo si hablamos de William Carvalho, a quien Pellegrini siempre ha valorado por encima de la media de la plantilla. Al final, alguno saldrá, pasa siempre y no hay motivos para creer que este año no va a ser así,  un mercado muy parado y extremadamente tieso lo dificulta todo. Pero oiga, no diga usted que este problema generalizado está generado por el covid, que en Mordor le miran mal.

Se presenta la primera fase de la nueva Ciudad Deportiva en Dos Hermanas, y en Mordor molesta que el club tenga la ambición de ser el mejor del sur de Europa. Molesta que haya dinero para esto y se insinúan cosas feas, se tira la piedra y se esconde la mano, pero los Nazgul no son capaces de explicar la finalidad del proyecto, su financiación ni comprenden la ilusión que en la Arcadia Feliz, siempre con mejor visión de futuro, se respira. Para afianzar esa idea de proyecto y futuro, el Betis anuncia que vuelve el Betis C. Más jugadores, más promesas, más futuro, más ilusión.

En lo deportivo, el equipo ya ha jugado su primer amistoso con un pobre 0-0 que nadie tiene en cuenta salvo aquellos que necesitan reseñar que el rival era un tercera división. En la Arcadia Feliz se prefiere señalar los buenos minutos de Montoya (si se recupera bien de su lesión, su salida será más sencilla), la planta de futbolista de Marchena, lo minutos aprovechados por Félix y, sobre todo, el desborde y la verticalidad de un Luiz Henrique un punto por encima en lo físico.

El Real Betis vuelve a Sevilla, pasa calor entre gracietas de Joaquín y bromas de Guardado, entrena, se esmera, y no hay jugador que no lance un mensaje ambicioso: repetir o mejorar el curso pasado.

Juega su segundo partido de preparación contra un histórico de Europa, un PSV en la fase final de su preparación (juega la Supercopa de Holanda en pocos días, allí no se la llevan a países de dudosa reputación) que a base de contras y faltas pone en muchas dificultades a un Betis que pierde merecidamente 2-1. Lo único que podemos sacar en positivo es que, estando muy lejos en nivel físico, el equipo siempre se agarró al partido, y es que Pellegrini ha configurado un grupo que siempre compite. Allí, el Principito se reencuentra con viejos conocidos, y somos testigos del cariño que se le tiene a uno de nuestros capitanes.

Y así va julio, tirando días del almanaque, y así vamos los béticos viviendo nuestro beticismo, intentando siempre mantener el optimismo aunque alguno se empeñe en que lo que hace que el club gane títulos, es ser pesimista y estar enfadados. No les crean. Su problema es que jamás un ambiente feliz y positivo ha sido el caldo de cultivo de una rebelión. Y en Mordor Cenizo se trabaja para provocarla.

Foto vía: Real Betis Balompié

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