El partido de ayer del Real Betis Balompié dejó un hecho que hacía muchos años no se recordaba. Hemos de remontarnos a noviembre de 2020 para presenciar la última vez que se consiguió parar un penalti con la elástica verdiblanca, este impactante dato se diluyó en el encuentro de ayer cuando Rui Silva se hizo grande ante Morata y evitó que se prolongara la pésima racha.
La anterior atajada bética, como introducimos, nos hacía rememorar un duelo ante el Eibar, en el Villamarín. Minuto 89 de partido y el conjunto entonces entrenado por Jose Luis Mendilibar ganaba por dos goles a cero en el feudo bético, Joel Robles consiguió frenar la sentencia del tercer gol ante el golpeo de Sergi Enrich, siendo este el segundo penalti que hubo a favor de los vascos en dicho encuentro.
En el minuto 28 de partido el colegiado, Soto Grado, señalaba la pena máxima condenando al Betis con un penalti tras una caída de Alvaro Morata en el área, intentando regatear al cancerbero portugués. El golpeo del delantero español no llegó a puerto, frenado por una gran mano del cancerbero bético que tuvo que hacer frente varios rebotes posteriores para acabar por atajar el balón. Dejaba vivo en ese entonces a un Betis que estaba viendose infinitamente superado por los del Cholo Simeone.
El dorsal 13 fraguó un partido correcto, pese a la derrota, salvando golpeos más que peligrosos y no teniendo fortuna en los goles concedidos, frutos de un enjambre de rebotes en el primero y de un mal despeje que la dejó a placer para el segundo. Acumulando 11 paradas, mucha participación con los pies y parando su primera pena máxima de las cinco sufridas esta temporada.