Opinión| Silencio administrativo y mediático

Hoy podría estar hablando, en clave positiva, del primer tiempo del Betis en Vigo, de la maravillosa definición de Antony para abrir el marcador, de la cada vez más realidad que es Jesús, o de la irrupción de Ángel en el lateral derecho, justo cuando más se necesitaba… y en clave negativa, de la lamentable segunda parte, de la extraña aportación de unos cambios que hace poco eran titulares indiscutibles, de la mentalidad endeble del equipo o de la aparente incapacidad de Pellegrini para revertir una mala racha que no termina de romperse. Y sería un debate interesante e intenso. También podríamos hablar de aquellos periodistas que aparecen con la soberbia intacta y faltona cuando pierde el Betis pero desaparecen sibilinamente cuando gana.

Pero no. Me siento en la obligación de hablar de un tema mucho más desagradable y, me temo, mucho más importante. Porque vamos a hablar de algo que trasciende el ámbito deportivo y entra en el ámbito social y vital.

Desde hace bastante tiempo en la grada de Gol Sur se viene observando la pertinaz presencia de símbolos fascistas y el Real Betis Balompié ha optado por ponerse de perfil ante las continuas reclamaciones de los béticos de bien (porque sí, el bético de bien, la persona de bien, se opone al fascismo en cualquiera de sus formas) ya sea en redes o en la Junta de Accionistas.

La bandera con la Cruz de Borgoña, símbolo patrio histórico hace tiempo que fue pervertida por los fascistas, hasta el punto de que no hay evento de extrema derecha en la que no aparezca, y nunca falta en el recuerdo al caudillo asesino. Una bandera considerada por la Policía Nacional como símbolo de odio. Es tan común en ese entorno como cantar el Cara al sol o hacer el saludo romano.

Un grupo de béticos preocupados por esta deriva antidemocrática elevó una serie de denuncias al club y recibieron como respuesta la negativa del club a su reclamación. Del mismo, modo, cuando en Junta de Accionistas se expuso este tema, la respuesta de Pepe Tirado fue lamentable y descorazonadora. Mientras, en redes, los perfiles que denuncian a diario la presencia de estos indeseables, son amenazados e insultados reiteradamente.

La inacción del club, este silencio administrativo, no hace más que alentar a los ultras, que cada vez se sienten más impunes mientras la imagen del Real Betis como institución se ve perjudicada una y otra vez, y el resto de aficionados, además, sufre viendo que se les mete en el mismo saco de ponzoña y odio.

Son muchos los motivos que han dado estos grupos violentos para ser duros con ellos y poner pie en pared. Desde organizar una entrega de alimentos xenófoba utilizando el escudo y el nombre del Betis, hasta montones de peleas con otras aficiones e incluso entre ellos, ya sea en Sevilla o en cualquier parte de España. O agrediendo impunemente a cualquiera que les apetezca, como hizo el mastuerzo aquel atacando a una persona en Bilbao. Mastuerzo cuyo sobrenombre ha quedado para siempre unido al del club, para vergüenza del beticismo, al ser conocido como “el ultra del Betis”. La temporada pasada, el presidente de la Real Sociedad, haciendo pagar justos por pecadores, decidió no permitir la entrada de los béticos en su estadio para evitar que entraran los fascistas del Betis acompañados de los fascistas del Atleti.

Tengo amigos y conocidos que suelen viajar a presenciar partidos a domicilio. Hablan de vergüenza, de actitudes lamentables, de imagen desastrosa para la afición por lo que va sucediendo en los desplazamientos. Hablan incluso de pasar miedo. Y son personas de muchos años de beticismo a sus espaldas.

Se da la hipocresía de que estos indeseables se encuentran alojados en la misma grada que sacó un comunicado pidiendo que no se politice el club por la ridícula razón de que sacó una tercera equipación de color morado. El chiste se cuenta solo.

El Real Betis Balompié debe valorar mejor de lo que lo hace el efecto que estas escenas tienen en la sociedad española, porque la pérdida de imagen le perjudicará a la hora de conseguir patrocinadores. Y es una pena porque desde el club y su Fundación se hacen muchísimas cosas buenas, con infinidad de iniciativas loables, del mismo modo que con su patrocinador, Forever Green, se realizan propuestas bonitas y ecológicas como la del próximo partido en casa.

Todo esto quedará en agua de borrajas esta semana porque han salido imágenes de aficionados fascistas en Vigo haciendo el saludo romano. Un grupo de gente que dice ser bética pero no lleva apenas distintivos verdiblancos, ya que prefieren ir de negro y ponerse a parar taxis antes, durante, y después de los partidos.

A todo esto… ¿cómo es que la prensa sevillana no hace denuncia de estas cosas que ocurren en el entorno verdiblanco? Es llamativo porque suelen estar deseosos de enfangar en torno al Betis. Es cierto que siempre se oponen a los grupos ultras y condenan la violencia, solo faltaría, pero ninguno hace referencia a los símbolos y los actos fascistas de estos grupos. Solo se me ocurren dos posibilidades ante este silencio mediático, aunque lo más probable es que sea una mezcla de las dos: Por un lado, es evidente que el grupo fascista perjudica al Real Betis Balompié, y por lo tanto, desde la prensa sevillana prefieren dejar que siga haciéndolo, haciendo crítica únicamente en los casos de violencia. Por otro lado, la prensa deportiva sevillana es bastante rancia, muy reaccionaria. No solo en la radio episcopal, sino que es algo generalizado en los medios. No es difícil imaginar que varios de ellos, en su fuero interno, aprueben el uso de esos símbolos antidemocráticos.

Y si me equivoco en esto, que ojalá me equivoque, que lo demuestren con hechos y palabras y denuncien el fascismo que crece en las gradas del Benito Villamarín. El único lado bueno cuando hablamos de fascismo, es el que se le opone.

Foto vía: @RealBetis

Raiola Networks

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