Diez años al frente del Real Betis Balompié han dado para mucho. Ángel Haro y José Miguel López Catalán, presidente y vicepresidente, hacen balance de su gestión. Recuerdan el 23 de septiembre de 2015 como el inicio de un nuevo camino para el club.
La junta de accionistas de aquel día fue decisiva. Haro habla de tensión, de dudas y de la emoción desatada cuando ganaron por un margen mínimo. Catalán evoca la carpa en la explanada de Preferencia, las peñas, el ambiente bético, y cómo todo cambió con apenas un uno por ciento de diferencia en la votación.
Desde entonces, ambos repiten la misma idea. “El Betis es un proyecto de vida”. Catalán lo dice con claridad. Haro añade que “no vinimos al Betis para enriquecernos”. Subraya que, cuando fue necesario, aportaron recursos propios.
Uno de los primeros retos fue profesionalizar el club. Querían ir más allá de contratar entrenador y director deportivo. Apostaron por estructuras sólidas, planificación y transparencia.
El camino no fue fácil. Hubo riesgos de descenso, líos judiciales y problemas económicos. Catalán reconoce que lo más duro fue mantener la calma en los malos momentos. Haro admite que en el fútbol resulta difícil gestionar con cabeza fría.
También han tenido que responder a críticas. Catalán negó que ejerciera de director deportivo “en la sombra” tras la marcha de Serra Ferrer. Reconoce que la forma en la que se gestionó aquella salida no fue la correcta y pidió perdón por ello.
En lo deportivo, destacan fichajes clave. Canales, Fekir, Lo Celso e Isco marcaron una etapa. Catalán asegura que Isco tiene años por delante en el Betis y será recordado como uno de los grandes. Haro resalta que Canales, por coste y rendimiento, fue una operación brillante. Y recuerda lo complejo que resultó convencer a Fekir.
Hoy ambos ven al club en uno de sus mejores momentos. Cinco años seguidos en competiciones europeas, una plantilla competitiva, un entrenador sólido y unas infraestructuras en expansión. Catalán habla de “un nuevo comienzo”.
Sobre el presente, destacan dos nombres. Isco, que seguirá más allá de 2027, y Antony, que según Catalán “habla desde el corazón porque quiere quedarse”.
En lo institucional, Haro y Catalán han reforzado su peso accionario. Niegan, sin embargo, que su intención sea controlar en solitario. Catalán asegura que rechazaron superar el 50 % de las acciones porque quieren que el Betis siga siendo de todos los béticos.
El futuro también tiene planes claros. El nuevo estadio, la ampliación de la ciudad deportiva y la apuesta por la cantera son proyectos estratégicos. Quieren un club competitivo sin depender solo de grandes fichajes o ventas.
Su relación personal ha sido clave. Reconocen que hay diferencias, pero coinciden en un 99 % de las decisiones. “Lo importante es resolver juntos”, subrayan.
Cuando se les pregunta por los próximos diez años, la respuesta es unánime. Quieren ver al Betis consolidado como referencia en España y en Europa. Un club estable, moderno, con una base social fuerte y con valores claros.
Diez años después, Haro y Catalán dibujan un Betis diferente. Más sólido, más ambicioso y más conectado con sus aficionados. Un club que, en sus palabras, seguirá siendo siempre de los béticos y para los béticos