El capitán del Betis en la tarde de ayer, Nabil Fekir, sumó nuevamente una triste puesta en escena en Montilivi siendo de los jugadores menos participativos en el juego y no representando el brazalete que portaba al brazo. Después de 62 minutos en el campo el campeón del mundo tocó el balón en 32 ocasiones, prácticamente no entrando en disputa por balón, no acompañando en la presión al incombustible Isco y evidenciando su mala forma.
Resulta difícil creer que el momento en el que Fekir, Fornals, Ayoze e Isco se vistieran a la vez de corto no se viera un buen fútbol del Betis. De esos cuatro nombres hay un gran escalón que separa al franco-argelino, que no demuestra entender su importancia en el equipo ni hambre en sus actuaciones. Recordamos que es el jugador mejor pagado de la plantilla, con mucha diferencia respecto a los demás, y que es idolatrado por la afición después de sus más de 4 años en Sevilla, motivos más que suficientes como para tener una esperanza en su rendimiento que poco a poco se diluye.
Recientemente saltaba la noticia por parte de Al final de la Palmera y mencionaba la posibilidad de barajar su salida con tal de generar ingresos en las arcas del club y de liberar masa salarial. Lo cierto es que puede que ese momento se esté amasando viendo el bajo nivel que tiene después de su larga lesión. Dicha lesión es cierto que ha complicado mucho su nivel físico además de recaídas y diferentes problemas como su lesión de cadera, pero lo cierto es que la exigencia de la temporada es alta y ahora más que nunca se necesita del Fekir que un día encandiló al beticismo.
Es significativo que su imagen se ve más ensombrecida aun por las bases de este equipo como Guido Rodríguez o Isco Alarcón, jugadores que deben servir de ejemplo para el dorsal ocho del equipo verdiblanco que tras volver también de una lesión, menos grave, han recuperado su mejor versión. Acumulando tan solo dos asistencias en 12 partidos el exjugador del Olympique Lyon debe pensar como revertir esta insostenible situación.
