Opinión| Este año tampoco es el malo

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Este que suscribe recibió multitud de insultos en esa red social que ampara la poca educación y las frustraciones que es Twitter, ahora X, por decir que había que tener paciencia con la directiva de un club que había entrado en un momento durísimo en la historia de la entidad, con el equipo recién ascendido y multitud de problemas deportivos y económicos. La razón principal para apostar por ellos era que suponían un soplo de aire freso en una institución que llevaba demasiado tiempo oliendo a naftalina, con una eterna lucha de poder entre quien se apropió del club de manera fraudulenta y quienes se habían desgastado mucho, y meritoriamente, para poder alejarlo de la entidad. Haro y Catalán eran caras nuevas, jóvenes, bien parecidos, exitosos profesionales y olían a modernidad, a nuevas formas, y a ambición. Y sí, claro que dejaban dudas en sus comienzos… Y ante esas dudas, mientras unos las aprovechaban para atizarles, otros pedíamos paciencia. Entendíamos que tenían que aprender “el negocio”, hacerse con las pautas de un universo que tiene reglas propias, de una empresa cuya principal motivación no es dar dividendos, sino hacer felices no solo a sus accionistas, sino también a sus aficionados. Según fueron pasando los años con los objetivos cumplidos y algunos pasos atrás, los más críticos con la gestión de esta directiva repetía aquello de “Este año es el bueno”, para hacer mofa y befa sobre su supuesto equipo y, además, sobre los que consideraban “sus enemigos”, esas personas que, como un servidor, pedían paciencia y señalaban los escalones que se iban subiendo. “Este año es el bueno”, como comentario sarcástico sobre la supuesta incapacidad de los dirigentes para mejorar y sobre el presunto conformismo de los que veíamos que el camino era el correcto.

Así, y tras este largo introito, llegamos a la respuesta igualmente sarcástica: “Este año es el malo”. Una forma de señalar a medios de prensa y sus tristes palmeros (¿habrá algo más triste que ser palmero de un periodista que se gana la vida mintiendo, “torticeando”, o faltando el respeto a tu club y tus correligionarios?). De denunciar que el hecho de ponerse cada año en que va a pasar algo malo no implica que vaya a tener razón cuando algo malo pase, porque sí, amigos, lo normal es que más tarde o más temprano, las cosas malas terminen llegando, miren a la otra acera, por ejemplo.

Estos cenizos no paran de señalar las cosas menos malas en los éxitos y recalcar lo muy malo en las malas, en un intento constante, continuo, infatigable, croquetero y, a menudo, desquiciado, por crear un estado de insatisfacción perenne en el beticismo. Hasta el punto de lograr que se ponga en duda si es bueno celebrar cualquier éxito que un bético, en el ejercicio de su beticismo, le salga de sus… banderas… celebrar. Me duele decir que esta es una batalla que no se está ganando. Tampoco estoy seguro de que se esté perdiendo, pero si lo estoy de que es una pena que exista. En algún momento la mala prensa nos vendió que celebrar cosas es tener poca exigencia (la milonga más grande jamás creada por la prensa es la dichosa exigencia) y un ejercicio de conformismo que lastraba el crecimiento. Y había gente que tenía tantas ganas de crecer como fuera, que lo compró hasta el punto de que hoy en día se compra cualquier argumento de mierda que venga envuelto en papel exigente.

Al final, lo que se pretende desde hace años es que el beticismo viva en un estado de guerracivilismo constante, que no estemos unidos. ¡Por Dios! ¡Si hasta fueron capaces de atacar el mayor lema del beticismo con tal de intentar crear un nocivo caldo de cultivo! ¡El manquepierda como sinónimo de conformismo! ¿Se puede ser más torticero, indecente, ignorante y trapacero? Pues como venía envuelto por ese papel de regalo envenenado que es el papel exigente, hubo quien lo compró. Incluyendo ilustres figuras de la historia.

El caso es, e intentaré centrarme porque estas cosas me encienden a niveles nucleares, que este año, y por cuarta vez consecutiva desde que llegó Griguol 2 y tenemos en la plantilla al de la tara, a Mirinda de naranja o de limón, a Pezzellita, al que cualquiera del aparcamiento era mejor que él, al que era un exjugador con el cuello “atragantao” por la vedette que anda por la pérfida Albión y yo qué sé… (hay menosprecios para todos los jugadores de la plantilla, en muchos casos aplaudidos por comunicadores presuntuosos de dudosa moralidad que campan a sus anchas por medios incluso subvencionados por los politicuchos de la tierra). Por cuarta vez seguida, decía, este año no ha sido el malo. Muchos lo hubieran querido. Unos por que debe ser duro vender fracasos semana tras semana que no tienen la consecuencia lógica que deberían tener si fueran realidad y no invenciones malintencionadas, y otros porque, directamente, les puede el corazón delator latiendo sumisión por el equipo de la pantomima y las quince fechas de nacimiento.

Pues sí, insisto. Este año tampoco ha sido el malo, y declaro inaugurado el curso 24/25 para empezar a prever que nos vamos a pique otra vez. Total, ya es casi una costumbre, una tradición, un antigafe.

Es muy triste que el bético tenga que estar nadando en estas aguas procelosas en el día a día de nuestro club. Teniendo siempre que andar con cuidado, pendientes hasta el escrutinio con mil ojos avizores para no caer en la trampa urdida por aquellos que nos quieren separar y que vivamos siempre descontentos.

Porque basta dar una vuelta por lo que se dice tal día como hoy y dan ganas de vomitar. El Real Betis Balompié hace historia logrando clasificarse para competición europea y desde las emisoras se nos intenta cabrear con el club a pesar de haber sido un hito. Es decir, se ha logrado algo que NUNCA EN LA HISTORIA se había conseguido. Sí, se materializó en un partido que terminó en derrota (un buen partido del equipo, por cierto), y sí, a la vez se perdió la opción de clasificarse para una competición que hubiera hecho más ilusión y dado más dinero, pero no hay motivo alguno para hablar de falta de exigencia (otra vez la dichosa milonga), de falta de ambición (sí claro, justo cuando se hace historia, ¿son tontos? No, solo interesados) o del dichoso conformismo.

Porque no. Enfadarte mucho no te hace más ambicioso, y ni mucho menos te hace más ganador. Y no, menospreciar lo que se consigue no es ser ambicioso ni exigente, es ser incauto, injusto y desquiciado.

Actúen con mesura, escuchen y lean lo que quieran y les apetezca, pero tengan siempre en cuenta que lo que sale de los medios de Sevilla es, casi casi siempre, una forma de atacar al Betis, ya sea directamente al club o, de forma más sibilina, buscando la división de sus balas de cañón.

Disfrutemos de que este año tampoco haya sido el malo… y esperemos que los que desean que llegue ya de una vez, tengan que seguir esperando mientras se arañan su interesada cara.

¡Viva el Betis manquepierda! ¡Y manque Europa!

Foto vía: Real Betis Balompié @RealBetis

2 COMENTARIOS

  1. Excelente articulo Sergio, has puesto los puntos sobre las ies. Yo añadiría que cada vez somos más los que te seguimos en el tema #biriprensa y los que abren los ojos ante el maltrato de la mala prensa “deportiva” sevillana. Enhorabuena Sergio

    • Muchas gracias José Luis! Cuantos más seamos defendiendo al Betis de la mala labor de la prensa deportiva sevillana tradicional, mejor será para el club de nuestros amores…

      ¡Viva el Real Betis Balompié!

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